miércoles, 5 de noviembre de 2014

El café y las tradiciones cubanas



Beber café es para los cubanos como el té para los ingleses, su consumo está muy naturalizado entre las personas y cuenta con numerosos referentes en todas las manifestaciones del arte. 

La única diferencia está en el momento, pues si bien los británicos observan con disciplina la hora para degustar la infusión, en Cuba cualquier momento y pretexto es bueno si se trata de una dosis del aromático grano.
En las zonas rurales, o en las más importantes metrópolis, el sorbo de la mañana nunca falta, y preferiblemente fuerte y oscuro.

Su arraigo entrañable se expresa con diversos diminutivos del habla popular, siendo el más popular “un cafecito”, también es un acompañante inseparable del saludo matutino. Cuando llega alguien a la casa de un cubano lo primero que dices es Hola, y lo segundo es ¿quieres un “buchito” de café?
Su consumo no distingue procedencia social, ni religiosa, y casi se salta la edad. Ameniza las conversaciones de mujeres habladoras, hombres serios o inmaduros, y también en personas de la tercera edad. Muchas familias seducen a los pequeños de la casa ofreciéndole un “sorbito” de café, o dándole sabor a la leche de la mañana.
Cuando conoces a alguien por primera vez y te invita a tomar un café, cuando no hay confianza, siempre se pregunta ¿dulce o amargo?
Según algunos, es esa bebida la causante de dolores de cabeza si no se consume temprano en la mañana, la “bebida negra de los dioses blancos”, dice un amigo, y también un buen delator, pues su aroma avisa a todos los vecinos cuando se está preparando.
No importa su preparación, con canela, “cortadito” con leche, o el rocío de gayo (con ron), el café en Cuba siempre es un buen pretexto para conversar y compartir, con los amigos, compañeros de estudio, familia o con los vecinos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario