Los
santiagueros celebran hoy los festejos por el aniversario 498 de esta ciudad,
fundada como villa por el Adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, en el verano
de 1515.
Para
celebrar el acontecimiento el pueblo santiaguero ha trabajado duro, la Cuna de la Revolución exhibe plena
incontables obras de beneficio social, hoy, muy cerca de sus cinco siglos es
una ciudad embellecida con un patrimonio mejor preservado.
Aprovechando
las facilidades defensivas de terrazas escalonadas desde el nivel del mar y su
magnífica bahía, el osado español decidió asentarse en esta plaza, en un
inmueble del cual se dice es el más antiguo de la Isla y probablemente de
América.
Cuentan que peninsulares e indios participaron en su construcción de estilo morisco, con materiales como piedra, cal, ladrillo, arena y madera. En su primera planta radicó la Casa de Contratación y Fundición de la Corona y en la superior vivió el audaz conquistador, quien murió en esta villa en 1524.
Cuentan que peninsulares e indios participaron en su construcción de estilo morisco, con materiales como piedra, cal, ladrillo, arena y madera. En su primera planta radicó la Casa de Contratación y Fundición de la Corona y en la superior vivió el audaz conquistador, quien murió en esta villa en 1524.
Según
historiadores, cartas enviadas por Velázquez a los reyes de España en 1519,
dieron cuenta en tan temprana fecha de la existencia del inmueble y de la
fundición de oro en el local. Esta última función fue corroborada al
encontrarse restos de un horno durante la restauración de la residencia.
El
rescate y reconstrucción de la edificación colonial, con toda la rigurosidad
científica, estuvo a cargo del profesor Francisco Prat Puig, quien inició esas
labores en 1965 y las concluyó en 1970, cuando fue inaugurado en la instalación
el Museo Diego Velázquez primero, y años después el de Ambiente Histórico
Cubano.
Como
elementos originales mantiene el techo de alfarjes decorados, considerado único
en la ciudad por su trabajo preciosista, algunas puertas y paredes, pinturas en
éstas últimas y el horno de fundición.
Su
apertura como museo tuvo el fin de conservar el ambiente colonial de la
vivienda cubana, pues en el recinto se exponen como testigos de la cultura material,
muebles y objetos utilitarios y decorativos que datan de los siglos XVI al XIX.
Las
huellas de Diego Velázquez también se hallan en esta urbe oriental en el Balcón
que lleva su nombre, a pocos pasos de la que fuera su morada. Del sitio con
vista al mar, se dice que desde allí acostumbraba a ver la partida de
embarcaciones a la conquista de otras tierras.
De
él también se asegura que pidió descansar en esta ciudad cubana y que sus
restos fueran enterrados en la
Catedral, lo cual no ha podido confirmarse pues el recinto
religioso sufrió durante varios siglos los embates del tiempo, ataques de
corsarios y piratas, terremotos y huracanes.
El
nombre de Velázquez está presente en el cumpleaños 498 de la fundación de la
villa, a festejarse el 25 de julio. Sin dudas se le reconoce como la
personalidad que marcó ese suceso histórico.
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